El Cazador, cazado

Síntesis

El aporte de las Tecnologías de la Información y la Comunicación en los procesos de reflexión sobre la práctica en un Instituto de Formación Docente.

Descripción

¿Y qué tenemos que ver nosotros con las nuevas tecnologías? 

A finales de noviembre del 2003, nos convocaron a una reunión en la Subsecretaría de Coordinación del Ministerio de Cultura y Educación, para proponernos participar de un nuevo proyecto: el Proyecto Integra, Integrando las nuevas tecnologías en la escuela. ¿Qué sería todo eso? 

Nuestra historia institucional venía algo golpeada. Hasta 1996 el Instituto se dedicaba a la formación inicial de docentes para desempeñarse en el nivel primario. No tenía muchos años de vida, pero desde Macachín, una pequeña comunidad ubicada a 100 Km al sureste de la ciudad de Santa Rosa, capital de la provincia, servía como referente a las escuelas y maestros de varias localidades cercanas más pequeñas.

Luego, los procesos de reforma educativa de los '90 sacudieron nuestros cimientos y transformaron a nuestra institución en un centro que tiene sólo funciones de capacitación docente e investigación educativa, para unas veinte escuelas de la zona de influencia, en especial de Educación General Básica. 

Éramos pocos, apenas nueve profesores, pero debíamos generar proyectos para sostener el Instituto según sus nuevas funciones y tareas. Desde mediados del 2003 nos nucleaba una tarea compleja: desarrollar una propuesta de capacitación pedagógica de dos años de duración, destinada a graduados no docentes que vienen de localidades de casi toda la provincia. Todo un desafío. 

Así estábamos, muy atareados y empezando una nueva actividad, cuando fuimos convocados. No entendíamos muy bien de qué se trataba: ¿no se habrían equivocado? Éramos cinco en el equipo: la directora y la secretaria del Instituto, una profesora de Geografía y dos de Ciencias de la Educación. ¿Qué sabíamos de informática y todo eso? ¿Nosotros en un proyecto destinado a promover el uso de nuevas tecnologías en la enseñanza? ¿No deberían haber convocado más bien a la escuela técnica de Macachín? 

En febrero del 2004 asistimos al I Taller Regional15 en Buenos Aires, donde se brindaron más detalles de la iniciativa: era un proyecto internacional con apoyo de la Unión Europea para crear una red de Centros de Innovación16 dedicados a experimentar el uso pedagógico de las TICs y difundirlas. Recibiríamos recursos, equipamiento informático y capacitación; pero al mismo tiempo nuestra confusión crecía: la mayoría de las otras escuelas (veinte en total, de Chile, Uruguay y Argentina) se dedicaba a la educación técnica -y algunas hasta tenían mucha experiencia en informática y en el uso de Relato Instituto de Formación Docenteotros recursos tecnológicos-. 

Estábamos algo más que desorientados por la situación que se presentaba: con el asesoramiento de tutores17 italianos, irlandeses y catalanes, debíamos definir el borrador de una propuesta de trabajo con nuestros alumnos. Pero nosotros no teníamos una matrícula de alumnos estables, sino que las funciones centrales del Instituto tienen que ver con la investigación y la capacitación docente. Fue una difícil tarea lograr que los tutores europeos pudieran entender esta situación, seguramente extraña a ellos, e incluso debiendo superar los inconvenientes generados por la diferencia de idiomas de todos los actores. Y además, aparecían frente a nosotros nuevas siglas que formaban parte del proyecto y debíamos empezar a conocer: AE, los WP, entre otras18. 

Al inicio, pensamos en generar un proyecto de investigación sobre el impacto que el uso de las TICs19 tenía en la enseñanza y el aprendizaje, pero la idea no se ajustaba a lo que nos pedían: era necesario definir productos y en el término de dos años. Algo concreto, constante y sonante. ¿De qué productos podíamos hablar nosotros, que veníamos todos de las ciencias sociales? El uso pedagógico de las TICs era algo muy ajeno a nosotros aún. 

En las primeras discusiones comenzamos a recordar nuestras quejas sobre el escaso impacto de la capacitación en los maestros de EGB y sus dificultades para cambiar los estilos de enseñanza. Veíamos que la inercia de prácticas docentes repetitivas y poco estimuladoras del aprendizaje se conjugaba con un muy escaso uso de las TICs -o con su incorporación como una herramienta más, pero en un modelo didáctico unidireccional y que promovía la pasividad de los alumnos -. 

Así empezamos a preguntarnos por la potencialidad de las nuevas tecnologías para promover en los maestros una actitud de revisión de su propia tarea y movilizarlos para modificar sus prácticas. El proyecto se iba orientando hacia la realización de acciones de capacitación docente y talleres de reflexión. Pero primero tendríamos que conocer mucho más sobre las TICs. 

De las ideas a un proyecto: marchas y retrocesos 

Volvimos a Macachín con ciertas vagas ideas y con poco tiempo para tomar definiciones, ya que en tres meses debía estar el proyecto formulado. Entonces, las complicaciones empezaron a multiplicarse. Los tutores europeos irían enviando indicaciones y correcciones a nuestro trabajo, para lo cual nos fuimos comunicando por correo electrónico e incluso por teléfono, a distancia y con diferencia de idiomas que dificultaban la comunicación; pero el mayor problema fue que parecía que pensaban distinto, con otra lógica y era muy difícil comprenderla e incorporarla. 

A nosotros, ubicados en nuestro contexto latinoamericano y con perfiles profesionales diferentes, nos preocupaba la reflexión y la riqueza interna de los procesos; mientras que desde otra mirada existía la necesidad de que planificáramos definiendo productos tecnológicos, indicadores, metas, recursos, instrumentos. Además, el proyecto tenía demandas administrativas y de forma que resultaban nuevas para nosotros: formularios extensos para completar, registros minuciosos, documentación diversa para presentar como encuestas, matrices de planeamiento, fichas de seguimiento, requisitos para la rendición de cuentas. 

Esta modalidad tan densa y compleja de gestión retrasó nuestros tiempos y provocó cierto desánimo; pero al mismo tiempo nos obligó a trabajar más en equipo y fomentó nuestra comunicación a través de las TICs (ya que no siempre podíamos encontrarnos cara a cara) para poder pensar, decidir y en ocasiones quejarnos juntos; mientras experimentábamos cierto aislamiento con respecto a nuestros tutores. 

Cuatro veces cambiamos de tutor y otras tantas hubo que explicar todo desde cero. ¿Cómo? ¿No tienen alumnos?. Muchas sugerencias eran interesantes, pero se volvía casi imposible lograr una buena comunicación a la distancia: la relación cara a cara y el mismo idioma parecían irreemplazables. Pero todo cambió -aunque después de casi dos años -, ya con un proyecto en su etapa final al que sumaron su aporte otros nuevos tutores que nos acompañaron particularmente. 

Sin embargo, hubo otras dificultades que se sintieron sobre todo durante el año 2004, vinculadas a aspectos administrativos aún no resueltos para la gestión del proyecto y al retraso en la definición del equipamiento previsto en el proyecto y la conexión a internet. En el transcurso de ese ano, el Instituto recibió computadoras por su designación como Centro de Renovación Pedagógica en el marco de un Convenio entre el Ministerio de Cultura y Educación de La Pampa y el Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología de la Nación. Durante este tiempo, terminamos de definir el proyecto que alcanzó su etapa final en julio de 2005 en el II Taller Regional, ahora en Viña del Mar, Chile. 

Las actividades centrales que estaban previstas en nuestro proyecto referían a una oferta de capacitación sobre el uso pedagógico de las TICs y un taller de reflexión sobre la práctica docente, para maestros de Ciencias Sociales de cinco escuelas de Educación General Básica (primer y segundo ciclo) de nuestra zona de influencia. En esta instancia de capacitación y en el taller, los docentes debían generar experiencias innovadoras de trabajo con sus alumnos, para compartir con sus compañeros participantes y socializadas con otros colegas en el portal educativo del Ministerio de Cultura y Educación de la provincia. 

Con todo esto nos proponíamos promover la mejora de las tareas de enseñanza por medio del uso reflexivo y educativo de las TICs y ayudar a conformar una red de intercambio entre docentes y escuelas, fomentando así una cultura de trabajo colaborativo.

Del dicho al hecho… hay mucho trecho 

En términos generales, en todo proyecto educativo que se precie, una cosa es lo que proyectamos y escribimos y otra lo que al final se hace. Pero esta vez aunque quizá nos costó lograr algún objetivo, terminamos haciendo y consiguiendo mucho más que lo previsto. 

¿Cómo llegamos a eso? Ciertas dudas nos venían inquietando por dentro: ¿no era demasiado osado querer impulsar el uso educativo de las TICs si nosotros apenas sabíamos lo imprescindible? Escribíamos en la computadora, enviábamos correos electrónicos, navegábamos en Internet; pero existe mucha distancia desde ahí a conocer y utilizar intensivamente nuevas tecnologías. Decíamos en reuniones ocasionales: "Venimos todos de las ciencias sociales. ¿Quién de nosotros conoce software pedagógico específico? No sabemos ni cargar un programa nuevo… ¿Y si se nos rompe una máquina?. 

Que nosotros pudiéramos recibir cierta capacitación sobre nuevas tecnologías se volvió algo imperativo. En el segundo semestre del 2004 un especialista enviado por el Ministerio de Cultura y Educación de la provincia nos dictara el curso: Intel. Educar para el futuro. Poco después varios miembros del equipo iniciamos capacitaciones virtuales de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, Chile, otro de los socios del Proyecto Integra. 

Quizás allí cambiaron algunas situaciones. Se produjo un cambio y posiblemente al comienzo ni nos dimos cuenta, pero estas experiencias ayudaron a que se alejaran nuestros temores hacia las TICs, a conocer nuevas estrategias de trabajo, a que nos fortaleciéramos y comprometiéramos más con el proyecto, a que las nuevas tecnologías se transformaran en algo cotidiano en nuestra institución. 

Por eso, a principios de 2005 nos encontramos haciendo cosas que no habíamos soñado. Pretendíamos hacernos cargo del taller de reflexión previsto, y que algún experto (en tecnología, obviamente) dictara el curso de Alfabetización digital. Pero los expertos acabamos siendo nosotros mismos. ¿Por qué no? A pesar de nuestra falta de formación previa, aceptamos el reto. 

Nos pusimos a capacitar a los maestros en el uso de las nuevas tecnologías; enseñando a usar el Word®, el Power Point®, el Publisher®, el Movie Maker®, el CMap, el Linux (y varios programas de computación más, con nombre a cuál más extraño) con un fin educativo. 

Y aunque parezca mentira, una profesora de Geografía se transformó en la responsable tecnológica de nuestro proyecto y terminó elaborando un sitio web y un CD interactivo con las experiencias que los docentes que se animaron a venir a nuestros cursos trabajaron con sus propios alumnos. 

Ahí estaban por fin los ansiados productos que los socios europeos nos demandaban continuamente. No había sido tan imposible. Y además, formaron parte de las actividades de multiplicación20 y diseminación que comenzamos a planificar en Uruguay en el marco del III Taller Regional realizado en julio del 2005. Estas actividades de multiplicación fueron diseñadas para llevarlas a cabo en las escuelas con las cuales habíamos desarrollado el proyecto: realización de encuentros, edición de un folleto y un documento informativo, presentación del CD con las experiencias pedagógicas y de nuestro portal en Internet: https://www.lapampa.edu.ar/ifdmacachin 

También expusimos estas producciones en un encuentro con otros Institutos de Formación Docente de Integra en Chile y en IV Taller Regional realizado en Buenos Aires julio de 2006. Allí pudimos fortalecer vínculos con otros docentes y compartir nuestras experiencias, algo que al inicio había resultado más difícil, debido a la diferencia de perfiles entre los CedeI. 

Navegando entre la tecnología y la pedagogía 

¿Cómo explicar todo esto? ¿Qué había sucedido entre tanto? Se nos había ido el miedo a las nuevas tecnologías, empezamos a usarlas nosotros en nuestra tarea de enseñanza y pudimos comunicar esos aprendizajes a otros docentes.Quizás allí fue a parar el núcleo de nuestro proyecto. Las TICs como motor del cambio en las prácticas docentes, se llamaba. Sí, las TICs fueron el motor del cambio de nuestras prácticas…Por eso asumimos el desafío. Porque un buen docente no es sólo el que sabe enseñar sino el que sabe aprender, el que puede mostrar cómo aprendió y sigue aprendiendo, el que consigue apasionar a sus alumnos para que sigan buscando e interrogándose. Ojalá que nuestros alumnos (sí, también los tenemos: son los docentes a quienes dirigimos nuestras tareas de capacitación) hayan podido contagiarse un poco de ese deseo de aprender a usar las TICs que nació en nosotros a medida que logramos dejar atrás el temor hacia lo nuevo. 

También esperamos que podamos seguir propagando esa pasión en nuestra tarea de difusión del proyecto a los profesores de nuestra escuela hermana: la Unidad Educativa Nº 18 de Macachín, con la cual compartimos el edificio donde funcionamos. Con ellos estamos trabajando juntos en un taller de alfabetización digital y reflexión sobre la práctica y en el asesoramiento para elaborar proyectos con TICs en las distintas áreas curriculares. 

En el camino recorrido también se fue afianzando nuestro equipo de trabajo. Al inicio nos costó encontrar el rumbo, pero los cinco que comenzamos, allá por el 2003, llegamos juntos al final. Fue una experiencia muy valiosa. Aprendimos a trabajar de manera más colaborativa, que es algo difícil, pero dimos unos cuantos pasos. Las discusiones fueron varias. A veces resultaba imposible encontrarnos formalmente: estábamos llenos de otras actividades, nuestras condiciones de trabajo como docentes no son las mejores, incluso dos del equipo no viven en Macachín. Pero cada vez que nos veíamos lo aprovechábamos al máximo. Y si bien cada uno tenía su rol, intentamos suplirnos y apoyarnos en muchas tareas. Las TICs lograron ponernos en la misma sintonía ¡que no es poco! 

Mientras tanto, los contactos con los referentes provinciales y del IIPE se fueron haciendo mucho más frecuentes, y experimentamos su apoyo y su ayuda. El equipamiento previsto tardaba en llegar, creíamos que no lo iban a entregar jamás. Pero esa misma dificultad nos ayudó a reflexionar sobre la verdadera necesidad de ciertos chiches tecnológicos. 

Al iniciar la experiencia algunos nos sugerían pedir los equipos y programas más avanzados, pero no nos deslumbramos demasiado con esas supuestas maravillas y tal vez aquí nos ayudó nuestro analfabetismo tecnológico, pues ni siquiera sabíamos qué equipamiento solicitar. 

Luego fuimos descubriendo que las TICs son un recurso muy útil, pero sólo un medio. Que el fin, como indica nuestro proyecto, era transformar las prácticas de enseñanza. Que la tecnología de nada serviría si esa revisión no se daba: porque podíamos usar el software más novedoso, pero seguir enseñando de una manera homogeneizadora y transmisiva, pero dejar a los alumnos en un lugar pasivo, como en los modelos didácticos más tradicionales. 

Finalmente, a fines de 2005 se solucionó el problema de la conexión a Internet y se construyó la infraestructura de red para las computadoras; además recibimos equipamiento y recursos importantes para nuestra tarea como un Proyector Multimedia para que los docentes de nuestra zona utilicen en su tarea. Pero sobre todo aprendimos por qué nos consideraban un CedeI, un Centro de Innovación. Porque la verdadera innovación no es sólo la tecnológica (como nos imaginábamos al inicio) sino la de la enseñanza y los aprendizajes, porque las TICs ayudan pero son una herramienta y no una receta mágica. 

Somos testigos de cambios muy valiosos en nosotros mismos y en aquellos con quienes compartimos el proyecto: incorporar nuevas maneras para trabajar con los alumnos, aceptar que ellos puedan saber más que nosotros, perder el miedo a llevarlos a la sala de computación, elaborar productos tecnológicos que parecían sofisticados (como un CD o un portal educativo), transitar otro modo de relacionarse con el saber y la tecnología. 

Esto nos genera también múltiples interrogantes: ¿cómo promover la construcción autónoma del conocimiento utilizando las TICs? ¿Cómo promover el trabajo cooperativo? Y es una punta del ovillo para seguir pensando en nuestra tarea futura, incluso tal vez para investigar el impacto que produce el uso pedagógico de las nuevas tecnologías y sus consecuencias. 

El cazador, cazado 

Como es evidente, en el recorrido final del proyecto, la veta pedagógica resurgió. Nos proponíamos favorecer el cambio en las prácticas de otros docentes, nuestros destinatarios. ¿Y qué nos pasó? Terminamos modificando nuestra actitud hacia las TICs y nuestras propias estrategias de enseñanza. Y empezamos a difundir esos aprendizajes con los maestros y profesores de otras escuelas. 

Sin que nos lo propusiéramos, las nuevas tecnologías nos ayudaron a posicionarnos de otro modo ante las instituciones escolares de la zona: en algún momento habían comenzado a tener poco eco nuestras propuestas de nuevas capacitaciones y asistencias técnicas. Pero ahora parece que los docentes no pueden permitirse tener este equipamiento a disposición y no usarlo con sus alumnos. Vienen más, preguntan, piden, se cuestionan cómo reorganizar el tiempo para poder utilizar estos recursos, han surgido demandas al Ministerio desde otras escuelas. 

En síntesis, a través del Proyecto Integra, todo el Instituto se ha transformado: en cierto modo la reflexión sobre la práctica docente nos sorprendió y hasta casi se nos volvió en contra, se renovó nuestra mirada y estamos descubriendo caminos alternativos para afrontar nuestras funciones. El cazador fue cazado.

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